Fuego, brillos, luces e interminables muestras de destreza marcaron el paso de Greta Van Fleet por el WiZink Center el lunes 4 de diciembre. Un comienzo de semana agitado y a puro rock.
Los shows de apertura de la mano de Hannah Wicklund y Black Honey mostraron por su contraste como el rock es un género amplio. La primera presentó las canciones de su primer disco en los que expresaba el virtuosismo de su guitarra con cierto aire hippie. Mientras que los segundos apostaron por las guitarras distorsionadas, una base mucho más potente y buenas armonías vocales entre sus dos guitarristas.
Una vez finalizados los shows de apertura se tapo el escenario con unos telones. Después de un largo preludio de cuerdas grabadas se develó el telón para mostrar al cuarteto estadounidense. Estos comenzaron con “The Falling Sky”, allí sentaron la tónica completa de la noche. El virtuosismo, el excelente manejo del escenario y la pirotecnia marcaron el ritmo de un espectáculo que se disfrutó con todos los sentidos.
La banda formada por Josh Kiszka, Jake Kiszka, Sam Kiszka y Danny Wagner se presentaron frente a un WiZink Center explotado de gente. El escenario estuvo formado por una pasarela por detrás de la batería, unos telones que se intercambiaban en el fondo, luces de todo tipo y mucho fuego. Para cada canción o momento del repertorio hubo un nuevo truco desvelado para el público.
Después de una serie de canciones más agitadas, llegó el turno de bajar las revoluciones con “Meeting the master”. Esta canción inició con la introducción de “Norwegian Woods” de The Beatles y con un telón que simulaba un cielo estrellado en el fondo del escenario. Cuando finalizó la canción, Josh, el cantante, dijo sus primeras palabras al público: “recordemos que lo que hacemos esta noche es celebrar”.
Uno de los puntos más altos de la jornada estuvo cuando interpretaron su hit “Highway tune”. Aquí cortaron con una seguidilla de canciones tranquilas para volver a imprimirle energía a su show. Esta fue una de las tantas interpretaciones en las que estiraron la versión original a base de zapadas y segmentos instrumentales. Mientras que por atrás los instrumentistas hacían su trabajo, Josh dialogaba con el público e, incluso, compartía algunos chupitos con ellos.
Acto seguido llegó el solo de batería de Daniel Wagner. Este se perpetuó por unos largos minutos, desplegando una gran maestría sobre la colección de elementos percusivos que lo acompañaban en escena. Para calmar un poco las revoluciones, armaron el set acústico. Los cuatro miembros se acercaron al público e interpretaron tres canciones en formato piano, dos guitarras y voz. El punto culminé de esto fue la interpretación de “Black Smoke Rising”.
A lo largo del show todos los integrantes tuvieron su momento de solo arriba del escenario y Josh se cambió su atuendo cuatro veces. Pese a que se los quiere encasillar en su parecido a Led Zeppelin, más que nada por la voz, el concepto estético y la música es mucho más cercana al progresivo y glam de los 80. Esto quedó claro en el cierre de del show con “Sacred the Thread” y “The Archer”, los puntos en los que mayor punto de conexión generado con el público. Este, casi hipnotizado frente al atuendo de pastor evangelico con su túnica blanca y la destreza de los músicos, interpretaciones increíbles por detrás.
Para los bises se guardaron su hit “Ligth my love”. En ella formaron un arco iris con las luces mientras todo el estadio movía sus brazos y coreaba el estribillo. El cierre de Starcatcher, álbum publicado este año, “Fareweel for now”. Obviamente, lo otro que guardaron fue mucho fuego y pirotecnia para que los acompañe en su despedida.
Fotos de Marta Collazo