La noche del domingo 26 de noviembre de 2023, Zetazen dio el que es hasta ahora el concierto más multitudinario de su carrera en una Riviera abarrotada. Tras el éxito de su último álbum, Vacío Blanco, el fin de gira no podía ser en otro lado que no fuese su ciudad natal. Desde el comienzo se podía intuir que iba a ser un concierto particularmente emotivo para artista y público; y es que Zetazen escribió una carta a los asistentes – quienes la podían leer escaneando el QR que se proyectaba en la sala –. El contenido de la misma queda reservado a la memoria de quienes formaron parte de esta noche histórica.
Cuando se apagaron las luces comenzó un show muy cuidado e íntimo, probablemente más que nunca. Quienes le han visto en directo en el pasado y también este domingo saben que la evolución de su puesta en escena, sonido e interpretación ha sido notable. El juego de luces era cerrado y nocturno, a juego con un escenario prácticamente vacío que no se sentía como tal. No Te Puedo Contar abría el concierto con una versión especial y distinta a la de estudio, haciéndola propicia para un inicio que apuntaba muy alto. El artista madrileño no se limitó a encadenar una canción tras otra, existía una coherencia artística y musical entre cada tema. La forma en que el fin de una canción estaba interpretado para dar comienzo a la siguiente es un detalle que marca la diferencia en el ritmo del directo.
La noche estuvo cargada de sorpresas, desde antes del concierto hasta su término. Kyotto saltó al escenario para cantar a dúo Supernova y Bandido, un tema de su nuevo disco. Si bien el repertorio fue más bien cercano a las últimas publicaciones y singles, canciones como esta dejan entrever el trabajo que ha habido para mejorar el directo. Los dos artistas sonaron exquisitos e incluso mejor que en el track original. Todavía antes del ecuador se dio uno de los momentos más especiales de la noche. Tras un discurso sobre sus inicios y reconociendo que ha tenido que dejar fuera del setlist canciones importantes en su historia, Zetazen cantó Salir Entero, una canción que escribió con 18 años y supuso un antes y un después en su carrera. Después llegó el turno de Recycled J, que se apropió el escenario cantando 404. El momento en el que saltó a la tarima desató el estallido del público, que venía coreando canción tras canción. Fueron apenas tres minutos que supieron a gloria y muy poco al mismo tiempo.
Después de un inicio tan sobrecogedor llegó la calma en forma de interludio instrumental. Una base y una guitarra eléctrica sonaron al compás para serenar una muchedumbre que exigía más. Ya en la segunda mitad del concierto, Zetazen hizo un repaso a sus temas más recientes sin olvidarse de algunos clásicos como Derramo el Licor, que hizo saltar a toda la sala. Las dos horas que duró el espectáculo estuvieron repletas de agradecimientos y referencias a Madrid, a la que incluso le dedicó Incendio en Mí. Entre canción y canción pudimos ver un poco más de Rubén, que habló de su madre e interpretó el estribillo final de 29 en lenguaje de signos. Además, confesó que en sus momentos de mayor oscuridad la música le ha ayudado a seguir adelante. Ya en la recta final, Hens se unió a la fiesta para cantar Perdóname X Ser Yo y reconocer que antes de dedicarse a la música también estuvo como fan en un concierto del que ahora es su amigo. Finalmente, y ante la duda de si iba a ocurrir, sonaron algunas de sus canciones más icónicas, como Me Va Bonito, Llórame en formato acústico o Me Mato.
Las luces se volvieron a encender y Zetazen se despidió prometiendo trabajar para volver a Madrid en Vistalegre, pero aún quedaba la última sorpresa: un tema en exclusiva que saldrá en las próximas semanas. Las dos horas pasaron rápido entre tantas emociones, artista y público cantaron en voz alto y también para sí mismos. Como dice Zetazen, su música es para escuchar a solas, pero anoche hubo más de 2000 personas que se reunieron por un sentimiento en común. Parejas, grupos de amigos, personas en solitario y gente de todas partes de España formaron parte de una comunión única en uno de los conciertos más conmovedores de la carrera de Zetazen, que sigue demostrando que su música es medicina para el alma.