Después de seis años alejada de los escenarios, la cantautora británica volvió a nuestro país para ofrecer dos noches inolvidables en la Sala La Riviera de Madrid y en la Razzmatazz de Barcelona. El 17 y 18 de abril, la voz de Birdy resonó con fuerza en ambos conciertos, y su magnetismo y sensibilidad hicieron vibrar a un público tan entregado en la capital castiza como lo estuvo en la ciudad condal.
Su doble cita por España estuvo marcada por un setlist idéntico que no dejó a nadie indiferente. En Madrid, la artista arrancó con Raincatchers, uno de sus últimos lanzamientos y carta de presentación de la que será su nueva etapa musical. Una Birdy renovada y dispuesta a acaparar las listas comerciales deleitó con más de cuatro minutos de pop rasgado con inspiración new wave. Lo más llamativo de esta apertura quizás sea el excelente recibimiento que tuvo entre el público, que, en realidad, no había escuchado este single hasta hace poco más de un mes.
Tras esto, la oriunda de Lymington se presentó −como pudo, entre una oleada de aplausos− y dio paso a Voyager, perteneciente al álbum Young Heart (2021). Una rítmica a la vez que potente canción dedicada a «ese extraño momento en el que tomas la decisión de dejar a una persona atrás». En su caso, sin embargo, estaba claro que Birdy no quería abandonar al público, algo que demostró regalándonos una de sus joyas musicales. Durante unos segundos, el silencio se apoderó de La Riviera (y después de Razzmatazz), y es que los asistentes sabían lo que venía. People Help The People nos hizo cantar, vitorear e incluso soltar algunas lágrimas.
Después de ella fue Surrender, y a continuación Young Blood y Deep End: la primera enmarcada dentro de su homónimo Birdy (2011), y la segunda como una de las catorce Beautiful Lies (2016) que conforman su tercer álbum. La tensión emotiva se mantuvo con Loneliness, y quienes en su día se enamoraron de The Fault In Our Stars (dir. Josh Boone, 2014) también fueron obsequiados con un guiño a la película a través de Not About Angels, el tema con el que la cantante participó en su banda sonora.
En el ecuador del concierto, Young Heart nos llevó de regreso a la ‘nueva’ Birdy. Delicada, como de costumbre, pero atrevida y con la actitud de quien ya tiene, con veintiséis años, suficientes tablas en la industria. Tanto es así que Jasmine Van Den Bogaerde se permitió incluso versionar, entre Silhouette y Ruins II, la canción más sonada de Kate Bush en estos últimos meses.
«Esta chica hace magia», decía alguien entre la multitud cuando empezaban a sonar los arreglos de Running Up That Hill. En lo personal, por momentos parecía que el sonido era algo acelerado, pero fue igualmente destacable tanto el trabajo de la guitarra como el protagonismo indiscutible de la batería. Y, por supuesto, el suyo. Porque Kate no lo sabemos, pero Birdy sí que corrió por esa colina.
Al terminar el cover, la cantautora echó a volar, y cada vez quedaba menos para que terminara su cita con los allí presentes: primero fue Automatic, después Quietly Yours. Pausa para presentar al equipo: Katie Dove al teclado; Essence Martins en la guitarra; Jay Sikora como batería y Richard Evans al bajo. Y, en algún momento de la noche, Skinny Love inundó de nostalgia la sala. Original de Bon Iver, pero defendida como propia, la canción fue una de las más esperadas, y cumplió con todas las expectativas puestas en ella.
Let It All Go y Heartbreaker iban avisando del fin del concierto, y tras el potente electropop de Keeping Your Head Up, las luces se apagaron sobre el escenario. Llegaba el ritual de siempre, el que daba paso al encore. Para los más despistados, en él la artista debe despedirse, mientras el público pide escuchar una canción más, porque sabe que aún falta la más importante. Y, entonces, ella acepta, y vuelve a colocarse bajo los focos para despedirse, esta vez sí (después de Your Arms) con las alas que ayudaron a elevar su carrera hace más de diez años. Wings despidió a la británica por todo lo alto, pero también nos la trajo de vuelta. Primero a Madrid, y, al día siguiente, a Barcelona. Como si nunca se hubiera ido, como si hubiera vuelto para quedarse por mucho tiempo.
Fotos Madrid: María José Ros Andrés
Fotos Barcelona: Marta Tomás