Los comienzos de año son ideales para elaborar un listado de propósitos de cara a los meses venideros. Por suerte, el propósito que Rococó se prometió desde que irrumpieron en la escena nacional -entrar dentro de una escena con bandas cada vez más fructíferas y jóvenes- ha ido evolucionando hasta ahora, momento en el que debutan con su primer trabajo de estudio.
No me sale querer recoge el testigo musical que venía caracterizando a Aníbal, Álex, David y Nacho desde que hace tres años versionaban a Ozuna con una llamativa y rockera “Se Preparó” a modo de presentación en sociedad. Esta vez con una madurez mental y compositiva reflejada en versos profundos e introspectivos.
Nueve canciones encapsulan sensaciones que muchos de la Generación Z sabrían identificar a la perfección: salud mental, apatía, rechazar planes por quedarte en casa… Rococó son conscientes de que la música puede conseguir muchas cosas, si bien a su vez puede ser un arma de doble filo. “Muchas canciones tienen una parte de nosotros que no se puede extrapolar a otros contextos; también otras con un componente ficticio que se puede malinterpretar y tergiversar”, cuenta su frontman Aníbal.
Rococó representan una parte de lo que es ser joven, gastar y no prestar atención a muchos más detalles. Al fin y al cabo, son una banda afincada en la cuna de lo emergente y la escena donde sus miembros se mueven más: Madrid. El Parque de las Siete Tetas, los intercambiadores de autobuses… Elementos de nuestra ciudad que forman parte del día a día y las experiencias de la banda. Cuando les preguntamos acerca de cómo les ha inspirado la capital a la hora de componer, lo tienen claro. “Nuestras canciones beben mucho de lo que vivimos en Madrid. Es una ciudad que tiene tantos ambientes que te da para escribir sobre muchas cosas”, admiten.
Uno de los temas recurrentes a lo largo del disco, ejemplificado por canciones como Tu círculo, es la amistad y los vínculos creados con ciertas personas. Rococó pertenecen a ese (valga la redundancia) círculo de noveles agrupaciones que, desde Madrid, parecen conectar con distintas ciudades de España. “La escena está floreciendo de una manera increíble (…) Es alucinante ver como nos apoyamos entre todos, vamos a los conciertos de bandas o artistas amigos y les escuchamos activamente. Bandas como Biela, Quinto Diario o Featherweight… Nos miramos unos a otros y nos apoyamos entre nosotros”, cuentan con un brillo de agradecimiento en los ojos.
El último regalo antes de que No me sale querer viera la luz este 27 de enero fue el lanzamiento del single que le daba nombre. Caracterizado por pinceladas de pop y rock de principios de siglo como El Canto del Loco, La Oreja de Van Gogh o Pignoise, No me sale querer es un monólogo interior y rupturista con todo lo anterior que venían haciendo. Una evolución que, en palabras de la banda, surge tanto teniendo en cuenta lo que se ha hecho previamente, de dónde viene uno y valorando la posibilidad de romper con todo eso.
“En España ese estilo que mencionas de El Canto del Loco o Pignoise, incluso de grupos como Dover, dio lugar a que la siguiente generación rechazase esos sonidos y optase por el indie, basado en texturas más pop y una estética totalmente opuesta. Te puede gustar Lori Meyers y Rojuu, pero busca siempre tu propia estética y manera de decir las cosas”, relatan.
Rococó encuentra la fórmula perfecta para bajar las revoluciones de toda la adrenalina previa. “Narciso y La multitud son dos cortes muy íntimos que otorgan al disco ese sentimiento de catarsis y hasta lastre personal”, comentan. El vacio que deja la canción que cierra el disco muestra que Rococó tiene muchas (demasiadas) cosas que contar, y que este No me sale querer es sólo el principio de su diario musical. Pero, ¿se escribe mejor desde la pena y el dolor o batallando un duelo interno que desde la perspectiva de un buen plan y pasarlo bien?
“Somos defensores de que las canciones tienen que contar cosas; cuando no tenemos nada que contar no tenemos nada que cantar”, afirman. La delicadeza y crudeza con la que Rococó relata sensaciones tan cotidianas como la de no querer levantarse de la cama o sentir que todo el mundo te da la espalda se da de bruces con lo que muchas personas sienten a día de hoy. Es ahí cuando más hay que apoyarse en las canciones. Aníbal lo cuenta de la siguiente forma: “No siempre tienes que componer cada vez que sientes algo malo. Es verdad que escuchamos música para sentirnos identificados y reconfortados; cuando más buscas apoyo es cuando las cosas no van bien”, asegura para continuar. “Cuando escuchas y te sientes identificado porque la persona que te está contando una historia al otro lado está pasando por lo mismo que tú, genera un vínculo mucho más potente”. Es así como Rococó cierra un debut lleno de personalidad, energía y complicidad entre el oyente y la banda.
No me sale querer de Rococó (falta link el 27 de enero)