El cuarteto irlandés pisó el escenario madrileño de La Riviera tras cuatro años sin pasar por España, y no defraudó. La banda presentó un setlist que repasaba todos sus éxitos, e incluso incluyeron una cover del mítico “Billie Jean del rey del pop, Michael Jackson.
Entre tres rectángulos de luz led, con cinco tiras cortas de luces que asemejaban gotas de lluvia y tres paraguas donde reflejaban más luces, los artistas se hacían con el escenario: una batería, un violonchelo, un bajo, una guitarra, un ordenador, y entre lo que el cantante iría alternando según la canción: un piano y una guitarra. A pesar de todos los instrumentos, todos los artistas del cuarteto (batería, bajo, guitarra y cantante) estaban en la misma línea: todos tenían la misma importancia.
Asimismo, a pesar de que la banda no se movía, los diferentes juegos de luces con diferentes colorimetrías creaban un ambiente y atmósfera distinta, además del dinamismo que quizá se echaba en falta en los artista.
Desde luego lo más destacable del concierto es cómo interactúaban los artista irlandeses con el público en todo momento. El cantante siempre, cada un par de canciones, preguntaba al público cómo estaban y si lo estaban pasando bien, preguntándolo hacia todos los lados de la sala. Además, el público estaba muy activo y en todas las canciones se le escuchaba cantar a todo pulmón. Un momento muy mágico de la noche fue cuando, justo antes del bis, la banda cantó “High Hopes” y, al terminar, el público siguió cantándola, haciendo los coros, mientras la banda se iba hacia el backstage. En conclusión, una noche llena de magia que nos costará olvidar y que deseamos volver a vivir cuanto antes.