Pongan atención a lo que voy a contar, ocurrió una fría noche de Madrid en un concierto. No recuerdo muy bien porqué sucedió, solo recuerdo que estaba en el Wizink Center . ¿Por qué será?. La multitud entraba, los primeros fans se situaban con los codos en la valla. En fin, las ganas acumuladas, sonrisas en primera plana. Que escalofrío se pudo sentir, cuando entraron, dos tipos bajitos, sí, los hermanos Muñoz. Que poseían todo lo que el público quería, un toque mágico con cada canción.
El viernes 31 de Septiembre Estopa entraría partiendo la pana en lo que sería el comienzo de un doblete en la capital, con ambos días girando el cartel de Sold Out .
No había terminado la primera frase de «Tu calorro» cuando David, atónico ante el recibir del público, se detuvo un instante para escuchar la energía con la que absolutamente todo el recinto cantaba a puro pulmón el comienzo de la primera canción. Era de esperar, dos años habían estado todas las entradas guardadas a buen recaudo, esperando que llegase el día de dejarse las cuerdas vocales con los de Cornellá.
27 canciones formaron el setlist. Cualquiera diría que es una duración excesiva, pero al ritmo de rumba, rock y el pop más apreciado del panorama nacional, el tiempo pasa volando.
Podías escuchar como la gente decía «A la siguiente voy al baño», eso con Estopa no pasa, ni una sola canción parecía la adecuada para pasar a repostar.
En el meridiano del concierto llega el momento favorito de muchos, sale David del escenario para ceder el micro, vamos José. Casi dos décadas han pasado y no nos cansamos de escuchar «Ya no me acuerdo» , cuantas rupturas habrán tenido esta canción como banda sonora, cuantos corazones rotos bailando al ritmo de la voz del más joven de los dos hermanos.
Se apagan las luces, dos taburetes y un letrero enorme que pone «A solas», salen ellos dos sin compañía de la banda, transformando así el Wizink Center en un salón de casa. La única diferencia, habían más de 10 mil personas.
Últimas canciones, huele a despedida. Y como quien sopla el polvo de un baúl antiguo deciden cantar «Escúchame princesa», se hace el silencio, todos y cada uno de los presentes disfrutan de aquel tema que formaba parte de la primera maqueta, aquel preciado tesoro culpable del comienzo de todo esto .
Última canción, momento de despedida. Y después de este paseo a lo largo de los años han desarrollado la fórmula perfecta que cobra forma bajo el nombre de «Como Camarón», e así decir adiós dibujando sonrisas. Son conscientes de que » la alegría es como una bolsa de golosinas, que no es eterna, que se termina «.