NO ES JUSTO. Así de rotunda quiero empezar esta crónica del concierto de Izal que tuvo lugar el pasado sábado en el recinto de conciertos de Área 12, en Alicante. Y no es justo porque todo lo que hemos vivido en cada uno de los conciertos que hemos disfrutado de Izal durante estos años, cada una de las sensaciones, emociones y pasiones que se han desatado mientras Mikel, Alejandro, Alberto e Iván nos hacían bailar con canciones como Copacabana, La mujer de verde,Pausa y una lista enorme de grandes éxitos que acompañan sus conciertos, todo eso que hemos sentido cada uno de nosotros ya no volverá a repetirse, y es que el grupo anunció hace unas semanas una separación indefinida. Y eso no es justo. Al menos para nosotros.
Y así, sabiendo que probablemente esta era la última vez que veíamos al grupo sobre un escenario encarábamos la noche los 12,000 incondicionales que nos habíamos juntado en Alicante, y así, sabiendo que esta era nuestra última ocasión de disfrutar de Izal las emociones aún se acrecentaron más y más. Desde la primera nota, o incluso antes de eso, desde que se apagaron los focos del recinto anunciando que en segundos Mikel iba a aparecer por el escenario, desde ese justo momento, todo el público ya enloqueció. Y el nivel de locura y excitación que vivimos esa noche se mantuvo siempre en lo más alto.
Con una puesta en escena brutal, con un escenario cercado por dos grandes pantallas en los laterales y con otras cinco pantallas con forma de marcos de fotos por todo el escenario donde aparecía una selección de vídeos e imágenes del grupo y con unas luces que acompañaban y daban forma a cada uno de los temas, se fueron sucediendo temazo tras temazo. Y todos sentíamos que esa noche era especial, había algo mágico que nos hizo por un momento ser uno, cantar y bailar sin preocuparnos del mañana sin Izal pero cuando los focos se apagaron, cuando Mikel tras tres despedidas consiguió dejarnos marchar, todos sentimos que algo excepcional se nos había ido para siempre. Ya no pudimos retenerlo más. Izal se marchó del escenario.
Y se acabó.
Y hoy ya solo nos quedan los recuerdos de 12 años siguiendo a Izal, de esperar sus singles, sus discos, sus actuaciones en directo… y el recuerdo único y especial de una última noche maravillosa. Qué pena es querer a alguien y ver cómo se marcha. No es justo.
Crónica de Laura Serralta Martínez
Fotos de José Luis Perez
