Para esta humilde redactora musical, ir a un concierto supone una mezcla de ilusión, pasión y nervios. Pero cuando te dicen que el artista al que toca ir a ver es de la talla de Leiva todos esos sentimientos crecen de una manera exponencial porque todos sabemos de qué es capaz Leivinha en un escenario: Su ritmo, su potencia, sus buenas vibraciones y saber meterse al público en el bolsillo desde la primera nota, gracias a su personalidad y a esa voz tan peculiar suya.
La gira “Cuando te muerdes el labio” llegó por fin a Alicante de la mano de Producciones Baltimore en un área para conciertos muy bien estructurada y montada. Había ganas de Leiva en la ciudad y el público alicantino respondió a la convocatoria. Un espacio lleno de fans gritando como locos el nombre del artista justo antes de comenzar y que, al igual que el cantante, fueron capaces de aguantar el ritmo de la noche pese al calor sofocante que en muchos momentos nos invadió.
Puntual, a las 22,30, comenzó el concierto y lo hizo, como era de esperar, por todo lo alto. Leiva, Juancho y toda la banda se lanzaron a cantar con un ritmo frenético un trío de canciones espectacular: Terriblemente cruel, La lluvia en los zapatos e infinitos. Tras la tercera cancón y justo en ese momento, y siendo consciente del subidón que tenía la gente saludó eufórico a todo el público: “¡Buenas noches, Alicante!”.
La noche tuvo momentos mágicos y antológicos, era de esperar con Leiva y con su hermano en el escenario de Área12. Pero sin duda, uno de los momentos más emotivos del show fue cuando la banda paró de tocar y Leiva cogió el micrófono para recordar una anécdota vivida en nuestra ciudad, Alicante. Nos contó que allá por el año 2000, cuando ellos apenas tenían dinero para subsistir, en uno de los bolos que dieron por el puerto alicantino, conocieron a Gonzalo, un profesor de filosofía. Gonzalo, sin dudarlo los invitó a pasar un par de noches en su casa. A raíz de eso, decía Leiva, nació una amistad que dura ya más de 20 años, y es que, al fin y al cabo, la música también sirve para conseguir amigos, contaba el cantante.
Y así, filosofando como Gonzalo, justo antes de cantar su siguiente canción, el madrileño pidió a todos los asistentes que apagaran las pantallas de sus móviles y guardaran silencio para interpretar el tema «Vis a Vis» de una manera muy especial: tan solo una guitarra y su voz. Hizo hincapié un par de veces animándonos a disfrutar del momento, de ese presente que es tan fugaz como efímero y que, por un rato, apenas tres minutos, fuéramos capaces de olvidar los móviles para ver y sentir la canción de principio a fin, sin distracciones, sin redes sociales.
Y ese consejo fue seguido por unanimidad. Todos apagaron las pantallas de sus móviles, levantaron la cabeza mirando al escenario, guardaron silencio y así, de golpe, la emoción creció en todos los allí presentes. Leiva hizo magia. Pero no solo hizo magia interpretando magistralmente la canción, consiguió que el aforo al completo le estuviera escuchando, todos concentrados, disfrutando del momento, del artista, de la canción. Sin distracciones. Grande, Leiva.
Pero aún faltaban más momentos de subidón y estos llegaron cuando tocaron “La llamada”, canción ganadora del Goya a mejor canción original en 2018, o la clásica “Estrella Polar”.
Todo en la noche estaba siendo espectacular. El enclave, el artista, el sonido, el público rendido y un Leiva (dándolo todo) que no quiso despedirse sin tocar su añorada “Lady Madrid”.
Ay, ¿Os acordáis cuando al principio de esta crónica os hablaba de mis sentimientos al saber que iba a ver a Leiva en directo? Pues me he quedado muy corta. Pero es que yo creo que Leiva no se puede contar, ¡Leiva hay que vivirlo!
Crónica de Laura Serralta Martínez
Fotos de José Luis Perez