Creo que se coge carrerilla cuando es la tercera vez que hablas de Arde Bogotá. Sería caer en el cliché diciendo que “La Riviera ardió al ritmo de Arde Bogotá” o que “Arde Bogotá incendió La Riviera de Madrid” con, por cierto, todas sus entradas agotadas.
La realidad es esa, pero el ascenso de los murcianos hasta llenar una sala de ese calibre tiene una explicación. Arde Bogotá no se prepara de forma distinta cada concierto. Los gestos y patadas al aire de Antonio no cambian, las caras de Daniel a la guitarra siguen siendo igual de exageradas, Pepe alza su bajo al público siempre en los mismos compases de cada canción y José atiza la batería con una intensidad constante. Esa parece ser una fórmula con la que, desde aquel primer concierto en Madrid en una pequeña sala, han conseguido escalar y triunfar en escenarios fuera de la capital, de su cuidad natal y hasta en las tarimas de festivales.
Arde Bogotá tiene un repertorio reducido que puede permitirse tocar de principio a fin allá por donde pasan. Sus canciones tienen un trasfondo que difícilmente alguien que no sea ellos entendería si no se explica previamente. Y cuando cantan Exoplaneta (prácticamente al final con Antiaéreo y Abajo para cerrar) es cuando te das cuenta del trabajo que cuatro humildes chicos, rodeados de un muy buen equipo, han tenido que llevar a cabo para estar donde se encuentran ahora.
Pero empecemos por el principio. Veníamos contando que habían conseguido colgar el letrero de “entradas agotadas” para un concierto muy especial con Vibra Mahou, que sin su constante apoyo a la música nacional, Arde Bogotá no habría escalado tan rápido a la sala madrileña. Dangerous abría un concierto que quedaría para siempre en la retina de los de la Región de Murcia, que se alegraban porque todo su equipo al completo estaba allí aquel 23 de junio. “Es una noche especial porque por fin todos los que hacemos Arde Bogotá, sobre el escenario y detrás de él, estamos aquí hoy”, decía Antonio con un brillo especial en los ojos. Uno que no desapareció, y que se contagió al resto, incluso cuando llegó el turno de canciones más personales como Tan alto como tus dudas, Quiero casarme contigo o Virtud y castigo.
Arde Bogotá llegaba para presentar su álbum La Noche, algo que hicieron al completo ante un público que ya venía con los deberes hechos. Hasta se supieron la especial versión de Mi carro que el quintento interpretó con una garra y energía que se mantuvo latente durante casi la hora y media de show, uno que avivó más sus llamas con el turno de El dorado o Big Bang, haciendo que La Riviera estallara mientras el fin del concierto se hacía inminente. Después de bajar los decibelios con Exoplaneta, unos Arde Bogotá atrevidos dejaban un consejo, para quien lo quisiera tomar, afirmando que “entra mejor por detrás” para anunciar así Antiaéreo, haciendo que el público saliera triunfal aquella por la puerta grande de La Riviera con el broche final de la mano de Abajo.
Ojalá el Wizink sea testigo de un cierre de gira para 2023. Más pronto que tarde. Y esta vez, de forma metafórica y (ahora sí) cayendo en el cliché, que arda más que nunca.