La cultura segura vuelve al Castillo Sohail de Fuengirola. Esta vez el volumen de la música retumba con la voz de Juanito Makandé, quien es reconocido por ser un gran cantante, percusionista y sobre todo, artista. Y no solo eso. Ya con sus numerosas canciones, que en ocasiones parecen versos cantados, nos lleva a pensar que Juanito Makandé es el claro ejemplo de ser real. Él mismo explica a su público cómo no cree en banderas ni colores, él cree “en las buenas y las malas personas”.
Dos butacas. Tres asientos. Donde caben dos, caben tres. Ya lo dijo el Kanka, compañero de profesión, en su gira anterior. Y hoy la música lo vuelve a confirmar. El escenario está repleto de vida, de conversaciones cantadas que hacen que el público no pierda ni un segundo la atención. Y ahora sí. Los aplausos suenan al unísono al apagarse las luces, pero vibran aun más fuerte cuando aparece un nombre escrito en la enorme pantalla que hay delante del mar: ‘Juanito Makandé’.
Un solo de guitarra comienza esta carrera de versos en cante, a lo que se van uniendo el resto de los instrumentos que esta noche acompañan a su voz. La presentación llega y Makandé agradece el apoyo a la música en directo. Los pelos del público están de punta y no es por el aire que corre desde la playa del Ejido. La música es segura. La música es esos pelos que ahora están de punta.
“Salud y libertad que no os falten familia”, desea el artista mirando a su público. La setlist comienza de la mano de ‘La raíz del viento’, canción encargada de titular su último disco. Entre canción y canción un agradecimiento a cada uno de sus músicos. Fran Cortés a la guitarra, Enrique Rodríguez a la trompeta, Toni Cuenca al contrabajo y Josep Pou al piano. El escenario está rojo. El ambiente es una mezcla de flamenco, funk y pop. Una mezcla cuya respuesta siempre es: Juanito Makandé.
Las canciones más lentas van llegando a su fin porque hay que “dar caña luego”, así define el artista el hilo de esta noche de luz en Fuengirola. ‘Cuaderno y café’ llega para quedarse, dedicada a todo el público. Makandé recuerda su carrera con cariño y anhelo. Aprovecha entonces para abrirse con el castillo y contarles algo que aprendió hace mucho tiempo: “El burro no es de donde nace, sino de donde pase”.
De sus recuerdos antaño presenta una nueva canción: ‘Sevilla’, la cual suena rodeada de humo blanco y negro. Ahora el contrabajo y el piano suenan en consonancia. La Línea de la Concepción, su pueblo, también protagoniza esta noche con la canción ‘Desierto’.
Y llega el cajón. Las manos de Makandé juegan a un sí o no en el eco del contrachapado y la madera. Eco y volumen subiendo. El mar se ha callado también para vibrar al mismo compás. La cita va llegando al final.
“Quiero un mar de luciérnagas como si fuera un concierto de Pablo Alborán” dice Makandé. El público enciende las linternas. La luz del recinto está apagada, pero el castillo brilla aun más. ‘Kamikaze’ tenía que tener esa luz y ahora suena en toda Fuengirola. Después de varias canciones llega el tema que no puede faltar cuando hablamos de Juanito Makandé. Suena ‘Niña voladora’, dedicada “a todas las mujeres del planeta”, dice él mismo.
El público está feliz. La cultura también. Y Juanito Makandé se despide cantando por bulerías. Taconeo y mucho arte porque qué menos que alumbrar la orilla con su peculiar despedida. Una noche para recordar. El Castillo Sohail ahora resplandece frente a su mar.