Una guitarra distorsionada a todo volumen, el repiqueteo de los tambores en el pecho y una línea de bajo que cala hasta los huesos es lo que hacía falta sentir en el cuerpo para volver a sentirse bien después de un año con tan pocos shows. Fue exactamente lo que nos ofreció el ciclo Madrid Brillante este fin de semana en el concierto de Yawners el sábado en el Teatro Reina Victoria y de Mujeres en el teatro La Latina.
Después de verse en la obligación de suspender la extensa gira de Just Calm Down 2020, Yawners retomó la actividad después de un año. Las ganas de reencontrarse se podían ver desde ambos lados del teatro. Una banda que subió y desde los primeros acordes de “The Friend Song” desplegó una intensidad que no bajó ni un segundo en la hora del concierto. Esa furia adolescente presentada pequeñas dosis de menos de tres minutos.
Abajo del escenario el público movía los brazos y se contenía para no pararse a saltar arriba de las butacas. Por un tiempo va a ser imposible volver a ver una banda de rock todos pegados, sudorosos, con cerveza de un desconocido volcada en nuestra ropa mientras tratamos de acercarnos al escenario para ver al artista a 15 cm. Pero siempre vamos a tener la música que nos transporta a ese momento. Una buena melodía que nos ponga en el estado mental de esos shows.
Sin ningún tipo de pausas Elena Nieto encadenó canción tras canción acompañada por las notables actuaciones de Teresa Ignesta en batería y Tomás Rey en bajo. Aprovechó el reencuentro con la gente para presentar dos canciones nuevas “No me digas” y “Suena Mejor”, un anticipo que las próximas composiciones serán en castellano, algo que se le da muy bien.
Una de las sorpresas del mediodía fue la versión de “Tenemos que hablar”, canción de Bad Bunny. Demostrando que las nuevas generaciones del rock llegaron sin prejuicios cogió la canción del centroamericano para despojarla de sus beats bailables y concentrarse en las bases más punk que tiene.