El 2020 fue un año extraño, por no decir malo, más para los amantes de la música en vivo. Algo tan normal como ir a un garito de Chueca como la sala Vesta a ver un show se transformó en algo inusual. Por este motivo el show del jueves de Los Telepáticos se celebra por dos: la vuelta a las salas de la banda y nada menos que para presentar su nuevo disco “Con la fiesta a cuestas”.
En una sala con las sillas correctamente distribuidas para cumplir con los protocolos se acomodó el reducido público. La espera del show fue con todos sentados disfrutando de algún trago, eso sí, con la mascarilla puesta entre sorbo y sorbo. Un par de minutos después de las 20 horas, subieron a escena los músicos para empezar una ininterrumpida seguidilla de canciones. “Cambio y fuera” fue la elegida para romper el silencio
“Alegatos” y “Tribunal” continuaron con la onda de música beat de los 70 que lleva parte del repertorio de Los Telepáticos. Con “Gordo Petiso” y “Piedras” empezó el segmento más rockero del show, aquí la obligación de permanecer sentados se volvió una pesada carga.
Promediando el show llegó la hora de “El Bosque”, una invitación a un trance psicodélico de guitarras distorsionadas. Aquí cortaron el vertiginoso ritmo de encadenar una canción tras otra para decir las primeras palabras de la noche. “Para esta parte siempre pedíamos que se sienten pero ya no hace falta”, dijo entre risas Max Ruano, cantante y guitarrista de la banda.
Pese a la nostalgia sobre esos viejos shows que nos generan estos eventos de la nueva normalidad, Los Telepáticos se encargaron de hacernos disfrutar en tiempo presente. En este nuevo formato las líneas de bajo de Mathias Salgado Keguel erizaban el cuerpo mientras que el bombo de Lucas Piedra Cueva te retumba en el pecho a la perfección. Un contexto ideal para perderse en los psicodélicos fraseos de la guitarra de Ricci Moon.
“Con la fiesta a cuestas” fue la canción elegida para “dar por finalizado” el show. Después le siguieron en los bises “El Vacilón” y “Falsa Despedida”, para brindarle el cierre explosivo que la noche mereció.