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El lado más positivo de Knuckle Puck: “20/20” [Reseña]

En boca del frontman de la banda estadounidense, a veces es mejor mirar el lado positivo de las cosas. Y en ese aspecto, el tercer álbum de Knuckle Puck, de la mano de Rise Records, ha sacado matrícula de honor.

Foto: Guadalupe Bustos

A pesar de haber sido compuesto antes de la pandemia, la COVID-19 no ha dejado indiferentes a los de Chicago. A Joe Taylor le ha servido para aprender a tocar el piano y adentrarse en el mundo de los side-projects. “En estos meses me ha dado tiempo a hacer un álbum por mi cuenta”, asegura para la revista Kerrang!

 

 

 

A pesar de estar trabajando cada miembro en lo suyo, tranquilidad, que hay Knuckle Puck para rato. “20/20” es el disco que necesitábamos en estos tiempos de incertidumbre, en especial la de la cultura, y más la musical.

Cinco han sido los sencillos que han servido como carta de presentación de este disco. A lo largo de su no tan corta carrera como músicos más de uno ha echado en falta alguna colaboración. “20/20” ha sido la oportunidad perfecta para que Knuckle Puck se integrara aún más en un género en el que son ya veteranos. Por eso han estrechado lazos con el frontman de Mayday Parade, Derek Sanders, resultando en el tercer single, ‘Breathe’. “Don’t forget to breathe”, canta la canción; algo que se agradece que te recuerden en estos tiempos.

Sonidos más alegres y mensajes de la misma índole indican que la banda se ha separado, a nivel psicológico, de lo que trataba de transmitir “Copacetic” (2015) o “Shapeshifter” (2017). “No queríamos volver a esos temas, queríamos crear algo nuevo”, afirma Taylor para Kerrang!

“Cuando te lo estás pasando en grande tocando en directo y ves que el público canta letras deprimentes… Ahora sentimos que eso no estaba bien. Esa diferencia es el gran giro del nuevo álbum”, asegura.

Mientras que el primero era un álbum muy emo y giraba en torno a los sentimientos y el segundo lo hacía en torno a la frustración y el enfado, Taylor admite que el tercer álbum de Knuckle Puck “vino de su deseo por hacer un disco divertido”. Y así ha sido.

 

 

 

El largo abre con un tema homónimo que desde el primer riff de guitarra te engancha y anima a seguir escuchando. Además de ser una de las preferidas, ‘Sidechain’ ofrece un poco más de fuerza y un par de momentos melódicos donde, una vez más, la banda demuestra lo que es capaz de hacer.

Temas como ‘Earthquake’ nos transportan a los años del pop-punk en los que escuchar a bandas como All Time Low estaba muy de moda y era divertido. Más de un adolescente se podrá identificar con esas letras juveniles (You look so good you’ve got me confused / I can’t just cover it up like your first tattoo)

‘Into The Blue’ nos transporta a «Copacetic» (2017) a nivel vocal y musical, con tintes a ‘Untitled’ de hace tres años. ‘Green Eyes’ parece ser la dosis de calma de la que dispone el disco: dos guitarras bajo una voz dulce de Taylor.

En la variedad está el gusto, y es precisamente la combinación de sonidos nuevos y antiguos lo que hace de “20/20” un disco en el que hay hueco para todos y cada uno de los seguidores de la banda, sin importar el tiempo que lleven a su lado.

El diez en ‘True North’ se lo llevan sin duda alguna Kevin Maida and Nick Casasantos a las guitarras. Lo que parecía un duelo ha acabado siendo una victoria para ambos. ‘Miles Away’ cierra un disco redondo. A pesar de tener seguidores a uno y otro lado del charco, “20/20” es un disco que une personas, por “muchas millas” que haya de distancia.

A pesar de toda esta ola de positivismo es importante recordar que la industria de la música se enfrenta a un futuro incierto. Si nos remontamos a antes de la pandemia, la fecha de salida de “20/20” estaba programada para junio, pero no pudo ser. Es imposible saber a ciencia cierta cuándo Knuckle Puck (y las bandas del resto del mundo) podrán volver a los escenarios para demostrar hacia dónde se dirigen con este álbum tan especial.

Mientras tanto, nos queda escuchar y aprender para darlo todo cuando ese momento llegue, siempre, con responsabilidad. Porque la cultura, además de segura, es necesaria.