La Riviera colgaba el cartel de sold out días después de que el artista británico James Arthur anunciara que Madrid sería una de las paradas dentro de su tour por Europa este 2020 en el que no iba a estar solo: le acompañaban la cantante escocesa Emily Burns y Jamie Grey.
Artistas como Billie Eilish, Blink-182 y The 1975 se encargaron de amenizar la espera sonando en los altavoces de la sala, que dejaron de emitir sonido exactamente a las 21:15. Las luces se apagaban mientras las pantallas anunciaban el motivo por el que James Arthur está de vuelta en España: su último trabajo de estudio, You, título que también da nombre a la canción con la que el británico abrió su actuación, saliendo al escenario junto a su banda entre aplausos y con una Gibson blanquinegra en mano. Aquello no había hecho más que empezar.
Hizo viajar al público a 2018 con I Am, de su disco Back from the Edge, pidiendo al recinto que acompañara la canción con palmas. “Es tan genial estar de vuelta, y ha sido todo gracias a vosotros, que habéis hecho esto posible”, agradecía James a una Riviera que rozaba el lleno.
Rewrite The Stars, de la película The Greatest Showman vino a continuación. La artista Anne-Marie fue la afortunada de poder reversionar esta canción junto al inglés, que bromeó con traerla al escenario, desatando con sus palabras la emoción entre el público, que no se desanimó cuando un segundo foco no se iluminó y Arthur dijo que “sólo quería ver la reacción ante esa pequeña bromita”.
Breathe dejó mucha participación a sus seguidores, que no pararon de cantar de principio a fin. Fue seguida de Falling Like The Stars y su punteo reconocible al inicio desencadenó la euforia entre el público al instante, que, a petición de Arthur, sacó una linterna para iluminar la sala.
Una de las grandes bazas del cantante se hacía hueco a mitad del concierto: Empty Space. Los móviles se alzaban para captar el momento en vídeo y poder revivir la canción con solo darle al play unos días, incluso horas más tarde, de camino a casa después del concierto.
“Estoy trabajando en un álbum de rock, algo más duro a lo que estáis acostumbrados a escuchar por mi parte. Vamos tocar una canción que apenas tiene letra aún; por no tener, no tiene ni título, pero me gustaría que nos dierais vuestro feedback”, decía el británico antes de romper con una potente batería, junto a unos riffs y solos de guitarra de una canción desconocida dignos de admirar.
Hold On vino después, tras un momento de problemas técnicos con la afinación de su Telecaster; la siguió Quite Miss Home al teclado y en acústico; en ella, el artista relata la historia de una persona con la que éste solía vivir y un tiempo después acabó desvaneciéndose.
Naked y su inconfundible piano hicieron que el público cantara por su cuenta todo el primer verso hasta llegar al estribillo, sin dejar a Arthur otro remedio que quedarse en silencio y escuchar a la Riviera temblar al ritmo de las teclas.
Recovery devolvió la acción al concierto cuando el resto de la banda apareció entre aplausos, momento en el que Arthur aprovechó para presentar a cada miembro: Ricky a la guitarra, Drew al bajo, Jeremy al teclado y Daniel a la batería.
Llegaba el fin del espectáculo, y con él la canción que cambió la vida de un joven James allá por 2012: Impossible, un tema originalmente compuesto por la cantante Shontelle dos años atrás. La versión y presentación del británico en el programa inglés The X Factor llevó a Arthur a la cumbre del concurso, proclamándole así ganador del mismo.
Sin Rudimental en el escenario –pero casi, porque Arthur clavó la parte de Amir Amor y su elenco–, Sun Comes Up aparentemente cerraba el concierto, y la gente amagaba con abandonar La Riviera, que apagó las luces al finalizar la canción mientras la banda volvía al camerino.
Como si de un milagro se tratase, un único foco se encendió, iluminando a James Arthur, quien, en silencio y con una acústica en mano, volvía a aparecer ante las más de mil personas que esperaban ansiosas la canción que –esta vez sí– suponía un punto y final.
Say You Won’t Let Go removió algo en el público –no hay más que prestar atención a la letra–, que no paró de cantar desde el primer punteo de guitarra hasta el último acorde de piano, cerrando una actuación impecable que muestra que toda la discografía de James Arthur está compuesta de discos cuyas canciones definitivamente están hechas para ser escuchadas en riguroso directo. Y nosotros no podemos esperar tenerle de vuelta.