Que Bring Me The Horizon ya no es la banda que todos conocíamos estaba claro desde hace tiempo. Ha pasado más de una década desde que el grupo británico publicara su primer disco, y como ni Oliver Sykes ni sus compañeros se encuentran en el mismo momento vital que hace 10 años, ya no suenan igual. Han crecido, han cambiado y han madurado, y Bring Me The Horizon lo ha hecho con ellos. Por eso Suicide Season dejó paso a Sempiternal y That’s the spirit y ahora… a AMO. Pocos nombres de álbumes han reflejado una evolución personal semejante.
El sexto disco de la banda de Sheffield se encuentra a años luz del deathcore para acercarse más al pop-rock alternativo, aunque intentar encuadrar a AMO en una sola categoría resulta casi imposible: el disco incluye música electrónica, rock, retazos de hip hop e incluso algo de trap. En resumen, un álbum ecléctico, un viaje experimental que ya se podía intuir desde que el grupo diese sus primeras entrevistas y publicase sus primeros singles y un trabajo muy diferente con el que la banda asume riesgos importantes y rompen con su pasado. Renovarse o morir, dicen.
AMO es una montaña rusa de emociones. Incluye algunos temas de transición que pueden pasar desapercibidos aunque escondan mucho significado –I apologize if you feel something o Fresh bruises–, y otros más animados que se quedan retenidos en la memoria, como Sugar Honey Ice Tea, Why You Gotta Kick Me When I’m Down o Ouch.
El álbum también tiene hueco para un tema electrónico que bien podría sonar en el cierre del Tomorrowland –Nihilist Blues, en colaboración con Grimes-, para canciones que mantienen algo de esencia rockera –Mantra, Wonderful Life-, para poemas de amor modernos –Mother Tongues– y para un nada sutil corte de mangas de Sykes dedicado a todos aquellos que reclaman, de forma incesante, la vuelta del grupo a su estilo original –Heavy Metal–. “I’m afraid you don’t love me anymore. ‘Cause some kid on the ‘gram said he used to be a fan. But this shit ain’t heavy metal, and that’s alright”, reza el cantante en la penúltima pista del disco. Toda una declaración de intenciones.
Sin duda AMO dividirá a los fans de Bring Me The Horizon, una banda caracterizada por un comportamiento de lo más provocativo y por hacer siempre lo que ha sentido y querido, sin esperar a la aprobación de sus seguidores. Una fórmula que ya les funcionó con “That’s the spirit” –para muchos el inicio del cambio-, y que ya les situó en lo más alto de las listas de ventas en 2015.
Ante las acusaciones de haberse vendido al pop más comercial, la banda responde abiertamente, sin miedo. “Si hacemos este tipo de música no es porque queramos ser cool, sino porque es lo que nos gusta“. Una afirmación que esconde una de esas verdades que suelen escocer cuando un grupo publica música diferente: un artista debería crear lo que siente en cada momento, sin prestar demasiada atención de si gustará o no a sus admiradores. Su arte es suyo y les pertenece.
Independientemente de que guste más o menos, AMO es un disco valiente, en el que se intuyen horas, días y meses de trabajo y dedicación, con una producción sorprendente –realizada por el propio Sykes y por el teclista, Jordan Fish– y que pone de manifiesto que a Bring Me The Horizon, creatividad no le falta. Otra cosa es cómo y hacia dónde la dirijan. Con una nominación a un Grammy y un año repleto de conciertos y festivales por medio mundo, de momento parece que lo hacen en la dirección correcta.