Este pasado sábado día 8 de septiembre, el DCODE volvió a la capital madrileña para, como ya es tradición desde hace siete años, para cerrar el verano con un cartel que intentó seducir al publico más indie de la ciudad.
Este año el DCODE competía, no en cartel, pero sí en fecha, con el festival Amanecer Bailando, que celebraba su primera edición al sur de la capital, con un cartel que se dividía entre artistas del panorama del rap, trap y hiphop nacional y destacados nombres dentro de la música electrónica. Por ello, el DCODE apostó una vez más por un cartel que giraba en torno al indie rock, con algunas puntadas de RnB.
El sábado despertaba gris y avisaba de tormenta. La previsión del tiempo no era nada favorable, augurando lluvia para gran parte de la tarde y la noche. Teniendo en cuenta que dos de los tres escenarios, escenarios en donde tocarían los platos gordos del festival, eran al aire libre; esto parecía la crónica de un desastre anunciado. Sin embargo, los astros se alinearon y solo cayeron unas gotas durante la jornada, permitiendo así que todos los asistentes pudieran disfrutar de sus grupos favoritos sin preocupaciones climáticas.
El festival fue inaugurado por La M.O.D.A, quienes tocaron a las 12:15 de la mañana. A pesar de la hora, el conjunto burgalés fue capaz de animar a un público que aún estaba intentando bajar el desayuno. Sin duda, poner a un grupo tan potente a una hora tan temprana fue una apuesta arriesgada pero tiene su explicación. Al poner uno de los platos principales del día abriendo el festival, el DCODE se aseguró tener público desde la apertura hasta el cierre.
Durante el día se fueron sucediendo diferentes grupos y artistas en los escenarios del recinto. Los escenarios #1 y #2, colocados paralelos el uno al otro, funcionaban casi como un único escenario. Mientras en uno se actuaba, en el otro se iban montando los visuales, haciendo pruebas de sonido y colocando los instrumentos para que todo estuviera listo para arrancar en el momento en el que el artista del otro escenario terminase con su set.
Sidonie firmó una actuación al nivel de lo que nos tiene acostumbrados, animando a pequeños y mayores por igual, incluso a aquellos que escuchaban al grupo por primera vez. Para estos en concreto, el grupo catalán sacó unos carteles durante el concierto con la letra de “No se dibujar un perro” para que nadie se quedara sin cantar.
A primera hora de la tarde les tocó el turno a Volver, dueto que ganó el concurso de bandas de la presente edición. Con pelo conjuntado, Luis y Miriam demostraron que, a pesar de los nervios, el escenario es su entorno natural y fueron capaces de hacer frente a las dificultades técnicas con talante, profesionalidad y humor.
Les siguió la hipnótica Jorja Smith y su impresionante banda. Técnicamente brillantes en todos los sentidos. Todos los miembros de la banda de la jovencísima británica se complementaban como los engranajes de un reloj suizo, y permitían disfrutar al máximo la voz de Jorja en su primera actuación en nuestro país.
Grupos nacionales e internacionales como Viva Suecia o Albert Hammond Jr amenizaron una tarde en la que el sol se animó a hacer una aparición contra todo pronóstico mientras la gente esperaba la hora de las dos actuaciones más esperadas del festival: Bastille e Imagine Dragons.
Ambos cabezas llevaron a cabo una actuación en las que repasaron los grandes hits de su carrera musical, con actuaciones llenas de buen rollo y en las que el color fue protagonista.
Entre Bastille e Imagine Dragons, fue el turno de Izal. Mikel Izal y compañía ofrecieron al publico asistente la propuesta visual más interesante de todo el festival, con unas pantallas en forma de sol y unos visuales que acompañaban de manera sublime a la música.
Para cerrar el DCODE 2018 bailando, The Vaccines y Kakkmaddafakka se dejaron la piel en el escenario. Los británicos firmaron un concierto absolutamente memorable y brillante, asegurándose de dejar huella en la mente de todas las personas que pudieron disfrutar de algo más de una hora de pura genialidad.
Para aquellos que aun tenían fuerzas, los DJs del Ochoymedio estuvieron poniendo algunos de los grandes temas indies de las últimas décadas hasta las cinco de la mañana.
Con todas las entradas vendidas, el festival madrileño volvió a cerrar el verano de la mejor forma posible. Al contrario de otros festivales que buscan exprimir a sus asistentes al máximo, el DCODE permitió la entrada al recinto con agua y comida, gesto que debe ser reconocido y apreciado, visto lo visto. A pesar de algo de caos en la organización durante la apertura de puertas, el festival fue sobre ruedas, y el buen rollo se sintió en cada metro cuadrado del recinto de la Universidad Complutense de Madrid.