Murcia, 16h. Último día de Mayo, que parece querer despedirse a lo grande bajo un tremendo sol de justicia. Aguardamos mi compañero y amigo Javi Espinosa y yo a la sombra junto con dos lagartos y una tortuga con cantimplora a que Andrés haga su acto de aparición. Puntualidad gallega, ataviado con una sobrecamisa que porta elegantemente con los más de 30 grados que caen y con su inseparable guitarra.
Acompañamos al artista al Museo Arqueológico donde vamos a realizar la entrevista. “¡Bueno! Aire acondionado, ¡esto es otra cosa!” exclama al atravesar el umbral de la puerta. Tomamos asiento, y la camarera marcha nuestros cafés.
Vamos a empezar de fuera hacia adentro. ¿Por qué “Desde una Ventana”?
Por venir de un disco tan introspectivo como “Mi Pequeña Historia”, tan personal, tan intimista, con un halo de oscuridad, melancolía y tristeza que no tengo. Por suerte lo superé, ya no le hago canciones a mi ex, espero que lo lleve bien. Ahora hago más canciones de amor que de desamor y entonces quería “abrir la ventana” y mostrar que estoy de puta madre. Pasé de un disco con una portada grisácea con un rostro y ahora es un disco blanco con fotografías mías personales de Boipeba (Brasil), Formentera, Argentina, amaneceres, cafés… y no vino, oscuridad y persiana baja. Abrí sitio y espacio a la luz.
Pero sinceramente, ¿no lo echas un poquito de menos?
No echo absolutamente nada de menos de la noche ni de aquella depresión. Lo que no hago es arrepentirme ni avergonzarme de lo vivido. Escribo siempre a amigos como Ángel Viejo del “Galileo”, mi gran amigo Julián de “Libertad 8”, a quien voy a verlo de día, quedamos para comer, o para un café, pero sabe que no voy a su bar. No por nada, a “Libertad 8” le debo todo absolutamente y quiero a ese lugar, pero no me sienta bien. Ya no me hacen bien los bares.
Sólo las cafeterías…
Eso es (sonríe).
El disco anterior lo comenzabas cantando “la gente quiere que esté contento y no les hable más de desamor”. En este disco comienzas cantando notoriamente una canción más rockera y animada, invitando a la gente a bailar. ¿Se podría decir que te has hecho caso a ti mismo?
El disco empieza así por dos motivos: el primero porque un gran amigo, crítico musical, me dio un consejo. Vino un día a ver un directo mío y me dijo “tío, tú eres explosión, eres grito, eres ansiedad, salto, rock and roll y has hecho un disco muy plano (refiriéndose a “Mi Pequeña Historia”). Has hecho un disco ¾, casi balada”. Y le tuve que dar la razón, es lo que me salió en ese momento, pero tiene toda la puta razón. Así que comienzo este rompiendo un poco y diciendo “mira, vamos a empezar con rock and roll”. Ahora te respondo a dos preguntas a la vez, haciendo honor a los gallegos que contestamos múltiplemente cuando contestamos (risas), y es que yo quería levantar la mano y salvarme de donde estaba, quería escapar de ese estado de tristeza. Tenía una canción de puta madre, alegre, saltando tocando con la banda. La grabamos a la vez saltando. Así que levanté la mano y me escapé de aquel otro Andrés.
Eso es estupendo. Quince canciones. Algunas ya conocidas de tus directos como “Tal Vez Te Acuerdes de Mi”, “6 + 4”, “Desamiga” con la gran Rozalén, “La próxima vez en Lisboa” con Antonio García de Diego a la guitarra… ¿están todas las que querías que estuvieran?
No, quería que estuviera Antonio Serrano por ser uno de los mejores músicos del universo, Antonio García de Diego que es un referente y hace un guiño a Portugal y a ese fado con una guitarra portuguesa. Está Rozalén y su alma, que es eterna y que así le va de bien porque es todo luz y la vida le tiene que premiar. Y está Elena Iturrieta que es una de las cantantes que más admiro grabando los coros y multiplicando y mejorando el disco.
¿Te hubiera dado para hacer tres discos con todo el material que tenías?
(risas) Sí, me hubiera dado.
Otra cosa es que te hubieran dejado.
Aprendí, crecí y me hizo bien el que cuando venía de gira con “Moraima”, el cual solo me dio alegrías durante los tres años largos que no paré ningún día de tocar, venía muy cansado. Y dormía en lugar de componer. Descansaba y no tenía la cabeza como para componer. Y entonces no tenía temas, tío. Cuando llegó “Mi Pequeña Historia” yo tenía dieciséis, diecisiete… veinte temas, no lo sé. Pero eso son muy pocos para elegir diez. Aprendí, como te digo, y en los descansos de la gira me llevaron a Formentera, Brasil, París… viajé, pero viajé siempre con la guitarra y compuse cuarenta y pico temas. Todos para mi defendibles. Te podría decir mil que se quedaron fuera, pero que defiendo a muerte, pero únicamente elegí los que creo mejores.
Llevas desde que salió el disco haciendo la presentación: Valencia, Barcelona, Madrid, ayer Alicante… ¿cómo estás viendo la acogida del disco?
(Se pone serio) La mejor crítica que he tenido en toda mi vida. Cosa que me quitaba el sueño. A mí me quita el sueño perder la voz para poder cantar o tener que bajarme del escenario porque así el pueblo lo decida y tener que volver al metro. Lo haría con la cabeza bien alta, pero a día de hoy tengo que seguir conquistando a la gente, si pienso que vivo en un momento de puta madre y dejo de trabajar, escribir… y deja de importarme la crítica estaré perdido. Tenía no miedo, pero si una responsabilidad acojonante de decir “¿gustará?”. Esta gira Fnac vale para esto, para ver a la gente cara a cara y que en la firma se acerquen y te digan “tío me moló el disco”. Todavía no he oído un comentario malo, macho.
Espérate que apaguemos el micro y te digo (risas).
(Risas) Sería bueno, toda crítica constructiva es bienvenida. Tuve algunas destructivas, eso queda ahí. Todos tenemos haters, eso es bueno. Pero la constructiva tipo “hostia tio, la batería está alta” me mola mucho, aporta. Pero cuando vieron que es el disco más “yo”, y hay un tema que es rock, pero también hay un tema que es fado, otro que es piano y voz, otro pop acústico… dices “pues vale, esto soy yo”. Yo antes tocaba en los bares Boikot, Reincidentes, Leño, etcétera.
En cuanto al sector masculino, ¿ves que haya aumentado o seguimos siendo una minoría?
(Risas) Yo no le pido el carnet ni lo he pedido nunca a nadie que entre en mis conciertos. Es mi gente, es mi público. No sé si hay una mayoría de público femenino, desde luego no es por mi imagen (risas). Decía mi madre “si tienes que vivir de tu imagen, hijo, estamos jodidos”, y mi madre y yo nos morimos de la risa. Yo trato de dejar una obra que cuando me muera pueda ser eterna, que no muera conmigo. Me importa el arte y las canciones. Entonces mi mayor obsesión es seguir manteniendo algo mágico que sucede en mis conciertos y es que hay gente de extrema izquierda y extrema derecha. Hay gente de 85 años y de 12. Me he encontrado a público proveniente del heavy, del hip hop de cuando colaboré con Nach… me lo dijo un día un amigo periodista “en el Palacio de Deportes el 4 de Noviembre me senté entre una persona de extrema derecha y una persona de extrema izquierda”.
Pues Andrés presidente.
(Risas) No le pido el carnet a nadie, y el que quiera venir a verme tiene las puertas abiertas.
Eres músico profesional, llevas más de media vida tocando y amando la música. De no haber sido músico, ¿qué hubieras sido? ¿te imaginas una vida lejos de los escenarios?
No, jamás, jamás. Creo que esto es un defecto. También lo he hablado con mi familia, porque pensé que era una virtud pero decir “música o nada” es un error. Absoluto. Estás regalando algo que sale de tu pecho, hay un abismo que es música y si termina te mueres. Hay gente que hace más cosas, fotografía, cine, magisterio… Yo si no hubiera sido músico habría sido técnico de sonido o de luces o algo que me llevase al escenario. Me cuenta mi madre –yo no me acuerdo- que yo de niño a los Reyes Magos les pedía guitarras y que desde casi bebé cantaba. Llevo amando la música desde antes de nacer.
Tengo una curiosidad. ¿Conoceremos alguna etapa de Andrés Suárez con el pelo corto? ¿O serás un viejo rockero con melena plateada?
(Carcajada) No tengo ni idea. Me gusta el pelo largo. Lo llevaba en el instituto para esconderme, por timidez. Yo me subí al escenario con 14 años en un certamen gallego donde había un concurso cuyo premio era material musical. Tuve que cantar para todo el instituto, y estaba enamorado de unas doscientas cincuenta chicas que estaban entre el público. Entendí que con el pelo largo no se me veía la cara, me escondía. Soy una persona extremadamente tímida, me refugié en la noche y el alcohol por no saber convivir con su soledad y no saber abrir ventanas. Algún día me lo cortaré cuando madure.
Yo creo que no voy a madurar nunca. Muchísimas gracias Andrés.
Un gustazo.