Ed Sheeran rompe los esquemas de la fama con un show de lo más austero en el Palau Sant Jordi
Divide, el trabajo que el británico lanzo el pasado 3 de marzo ha sido, según Billboard, el más vendido del año, amenazando al récord de ventas de 25 de Adele. Sheeran se embarcó a finales del mes pasado en una europea después de estar un año lejos de los focos y los escenarios.
Cuatro pantallas gigantes con toda clase de luces integradas presidían el escenario del Palau Sant Jordi, en el que Ed Sheeran apareció vestido con tejanos y camiseta negra y guitarra en mano. Empezaron los primeros acordes de Castle on the hill y el público enloqueció: Sheeran empezaba su juego de pedales y grabaciones. El tema, que habla sobre su adolescencia y que ilustra la imagen del adolescente británico, fue el elegido por el artista para volver a la escena musical tras un año de parón y también para comenzar sus shows del Divide World Tour.
Eraser, de su nuevo álbum fue la siguiente, la encargada de demostrar que Ed Sheeran no es solo un cantautor de guitarra y canciones ñoñas, sino que a la que te despistas, te marca un rap de 5 minutos. Un guiño a su primer álbum + trajo la ovacionada The A Team, con la que conquistó a sus fans más veteranos.
Haciendo gala del contraste entre canciones rápidas y lentas que dominaría la noche, se arrancó con un medley de Don’t y New man. “Esta canción no es un single, pero por todo donde voy me la piden y me encanta ver cómo todo el público la canta conmigo”, explicaba con una sonrisa en su mofletuda y feliz cara, justo antes de dar paso a Dive. Una balada controlada, en su versión de estudio, por una guitarra eléctrica y una batería con ritmo RnB, que echó de menos ayer alguno de esos acompañamientos.
Los montajes audiovisuales contrastaban con la sencillez del show, que se sostuvo en dos pilares: Ed Sheeran y su talento. Bloodstream, Happier, Galway Girl y How would you feel, en la que lo acompañó un teclista, revelaban que el británico ha vuelto para quedarse.
Llegó el turno de Barcelona, la canción llena de tópicos guiris sobre la ciudad condal, que, a pesar de todas las críticas, fue bailada, cantada y aplaudida por las 17000 personas que llenaban el Sant Jordi. Pefect, Nancy Mulligan y la premiada Thinking out loud dieron el toque dulzón que caracteriza las letras de Sheeran. Pero toda la dulzura quedó atrás cuando el One man show empezó a tocar Sing, coreada por toda la multitud que llenaba hasta el último rincón del recinto.
Después de un breve bis, el pelirrojo volvió al escenario y, tras grabar la base y los coros, se adentró en Shape of you, una muestra más de que el público se sabía todas y cada una de las letras de sus canciones. “Esta es mi última canción” decía antes de empezar a rapear You need me, I don’t need you, que dejó ver, una vez más que Ed Sheeran puede ser ñoño, pero también un músico callejero que no necesita más que su guitarra para crear culminante y estridente final del concierto que, según sus palabras fue: “El mejor de la gira. Y esta vez lo digo de verdad”. Un show de lo más sencillo, pero un con una respuesta de lo más magnificente.